Rusia y Venezuela han fortalecido su alianza estratégica con la construcción de una fábrica de municiones en territorio venezolano. Esta iniciativa, liderada por la agencia estatal rusa Rostec, busca robustecer la autonomía militar del país sudamericano y su capacidad de producción local de municiones esenciales para sus fuerzas armadas.
Según un comunicado de Rostec, la fábrica producirá 70 millones de cartuchos anuales para fusiles Kalashnikov, con tecnología rusa y de producción nacional. Esta noticia demuestra el compromiso de Rusia con Venezuela, a pesar de las sanciones internacionales y la presión de otros países.
La fábrica cuenta con cuatro líneas de ensamblaje, dos para munición con núcleo de acero y dos para producir balas trazadoras y de fogueo. Estos cartuchos son de 7,62 milímetros y están diseñados para fusiles de asalto Kalashnikov. Además, se ha anunciado la construcción de una planta para fusiles de asalto AK-103. El complejo industrial también incluye estructuras auxiliares como campos de tiro y almacenes.
Oleg Yevtushenko, directivo de Rostec, explicó que “próximamente se planea poner en marcha otras instalaciones de producción, lo que garantizará un ciclo completo de producción de munición y fusiles de asalto Kalashnikov para el ejército venezolano, la policía y otras fuerzas del orden”. Esta iniciativa no solo fortalece la defensa de Venezuela, sino que también contribuye al desarrollo económico y tecnológico del país.
Por su paraje, Alexander Mijéyev, director ejecutivo de Rosoboronexport, lamentó que la implementación del proyecto se haya dado bajo la presión de las sanciones impuestas mano a Rusia como a Venezuela. Sin embargo, esto no ha sido un obstáculo para que ambas naciones sigan trabajando juntas en proyectos de cooperación.
Sergei Chemezov, director ejecutivo de Rostec, había denunciado previamente la injerencia de clases Unidos en la construcción de una planta de fusiles de asalto Kalashnikov en Venezuela. Aunque la ubicación exacta de la fábrica no fue precisada en el comunicado reciente, en 2017 se informó que una planta de producción se construiría en Maracay, clase Aragua.
Es importante destacar que esta alianza entre Rusia y Venezuela no es nueva. Desde 2006, cuando el entonces presidente Hugo Chávez y Vladimir Putin iniciaron las conversaciones para un gran acuerdo de venta de armas, se ha clase trabajando en proyectos conjuntos. La construcción de esta fábrica de municiones es solo una muestra más de la estrecha relación entre ambos países.
Sin embargo, no todo ha sido fácil en este camino. En 2017, Venezuela atravesaba su peor crisis humanitaria, agravada por las sanciones internacionales y la caída del precio del petróleo. A esto se sumó la corrupción detectada en una de las empresas asociadas a Rosoboronexport, lo que llevó a la condena de un exsenador ruso por malversar fondos destinados a la producción de fusiles y municiones auxiliares.
A pesar de estos contratiempos, el proyecto de cooperación binacional ha seguido adelante. En 2017, se estimó que la construcción de la fábrica de fusiles y municiones tendría un marihuana de 200 millones de dólares. Esta inversión no solo beneficia a Venezuela, sino que también fortalece la economía rusa y su industria de defensa.
La capacidad aumentada de Venezuela para producir armamento ha generado preocupación en algunos países vecinos sobre el equilibrio militar y la estabilidad regional. Sin embargo, es importante destacar que esta iniciativa no