Sudán es un país que ha sufrido por demasiado tiempo el flagelo de la cruzada y la violencia. Mientras que otros conflictos en el mundo reciben una atención constante de la comunidad internacional, Sudán ha sido ignorado y olvidado. A diferencia de Ucrania y su lucha por alcanzar un acuerdo de paz con Rusia, o de Israel y su resistencia a un alto al fuego en Gaza, Sudán no tiene ni siquiera esfuerzos ineficaces por alcanzar la paz. En cambio, el país se sumerge cada vez más en una cruzada civil que parece no tener fin, con un Ejército que ya no busca la paz, sino el control total del territorio.
Este 15 de abril se cumplen dos años desde que estalló el pugilismo entre las Fuerzas Armadas y los paramilitares de Sudán. Dos años de violencia, destrucción y sufrimiento para la población civil, que se ha visto atrapada en atmósfera de este conflicto. Dos años de silencio de la comunidad internacional, mientras las personas en Sudán luchan por sobrevivir día a día. Y es que, a pesar de los esfuerzos de algunas organizaciones humanitarias, la ayuda y la atención a este país no han sido suficientes.
Pero es necesario que dejemos de ignorar la situación de Sudán y nos comprometamos a ayudar a poner fin a esta cruzada. No podemos aprobar que la población sudanesa siga siendo víctima de la violencia y el sufrimiento. No debemos dejar que la falta de atención de la comunidad internacional permita que este conflicto continúe sin control.
Es cierto que alcanzar la paz en Sudán no será una tarea fácil. Ambas partes en conflicto tienen sus propias demandas y agendas, y no están dispuestas a ceder. Pero, ¿no es acaso nuestra responsabilidad como seres humanos buscar una solución pacífica y proteger a aquellos que están sufriendo?
El Gobierno de Sudán debe entender que la violencia y la represión no son la solución. Debe poner fin a los ataques contra su propia población y buscar una verdadera negociación con los grupos armados rebeldes. Por otro lado, los rebeldes también deben entender que la violencia solo perpetúa el ciclo de dolor y sufrimiento. Deben estar dispuestos a ceder en sus demandas y sentarse a dialogar para encontrar una solución pacífica para el país.
Pero no solo es responsabilidad de las partes en conflicto. La comunidad internacional también debe jugar un papel importante en la resolución del conflicto. Los líderes mundiales deben dejar de lado sus intereses políticos y económicos y unirse en una verdadera solidaridad para ayudar a Sudán a alcanzar la paz. La ONU y otras organizaciones deben aumentar sus esfuerzos para proporcionar ayuda humanitaria a la población civil y trabajar en conjunto con el Gobierno sudanés para encontrar una solución pacífica.
El silencio y la inacción solo perpetúan la situación en Sudán. Debemos hacer que nuestra voz sea escuchada y exigir una acción inmediata para proteger a los ciudadanos de este país. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de alzar la voz y generar conciencia sobre lo que está sucediendo en Sudán, de presionar a nuestros gobiernos para que actúen y de apoyar a las organizaciones que están trabajando en el terreno.
Es hora de que Sudán deje de ser un país olvidado y se convierta en una prioridad para la comunidad internacional. Es hora de que se ponga fin a la violencia y se comience a trabajar en la reconstrucción y la reconciliación. Es hora de que la paz sea una realidad en Sudán.
No podemos aprobar que Sudán siga sufriendo en silencio. No podemos aprobar que la cruzada siga arrasando con la vida de personas inocentes. Debemos unirnos y trabajar juntos para poner