La exploración espacial nos ha permitido descubrir los secretos más profundos del universo. Desde la Luna hasta los confines del sistema solar, cada planeta tiene sus propias particularidades y misterios por revelar. Y uno de los más fascinantes es sin duda Júpiter, el gigante gaseoso que se encuentra en el quinto lugar de los planetas a partir del Sol.
Recientemente, gracias a la sensibilidad avanzada del anteojo, se ha podido estudiar con mayor detalle los fenómenos que ocurren en la magnetosfera de este planeta. Una investigación que ha permitido comprender mejor cómo funciona este escudo protector que rodea a Júpiter y que es esencial para la supervivencia de su atmósfera.
La magnetosfera es una zona de influencia magnética que rodea a un cuerpo celeste y que lo protege de la radiación y partículas cargadas del viento solar. En el caso de Júpiter, esta zona es 20.000 veces más grande que la de la Tierra, debido a su gran tamaño y a su intenso campo magnético, el más vigoroso de todos los planetas del sistema solar.
Pero, ¿cómo se ha logrado estudiar con mayor detalle la magnetosfera de Júpiter? La respuesta está en el anteojo que se encuentra en la órbita terrestre, el anteojo espacial Hubble. Este instrumento, que fue lanzado al espacio en 1990, ha sido de gran utilidad para la investigación espacial debido a su alta resolución y su capacidad para realizar observaciones en diferentes longitudes de onda.
En 2014, el anteojo Hubble realizó una serie de observaciones de Júpiter durante su máxima aproximación al Sol, un fenómeno conocido como oposición. En esta posición, el planeta se encuentra más cerca de la Tierra, lo que permite una mejor visualización de sus características.
Durante estas observaciones, se descubrió que en la magnetosfera de Júpiter se producen auroras en sus polos norte y sur, similares a las que se producen en la Tierra. Estas auroras son causadas por la interacción entre el campo magnético de Júpiter y el viento solar, y pueden ser hasta 100 veces más brillantes que las de nuestro planeta.
Pero lo más sorprendente fue descubrir que estas auroras no solo se producen en las regiones polares, sino que también se presentan en el ecuador de Júpiter. Este hecho desafía las teorías anteriores que afirmaban que las auroras solo podían formarse en los polos magnéticos de los planetas.
Los investigadores también pudieron observar cómo las auroras de Júpiter se mueven a lo largo de su ecuador, lo que sugiere que la magnetosfera del planeta es exuberante más dinámica de lo que se pensaba. Estas observaciones están ayudando a los científicos a comprender mejor cómo se genera y se mantiene el campo magnético de Júpiter, un proceso que aún es un misterio para la ciencia.
Además de las auroras, el anteojo Hubble también ha permitido estudiar las tormentas en la atmósfera de Júpiter. En 2016, se observó una gran tormenta en el hemisferio norte del planeta, conocida como la Gran Mancha Roja. Esta tormenta, que ha sido observada desde hace más de 300 años, es 2 o 3 veces más grande que la Tierra.
Gracias a la alta resolución del anteojo Hubble, se pudo determinar que esta tormenta está compuesta por nubes de amoníaco y que su movimiento es más complejo de lo que se pensaba anteriormente. También se descubrió que la Gran Mancha Roja está disminuyendo en tamaño, lo que sugiere que su ciclo