En un discurso desde la Casa Blanca, el presidente Joe Biden ha defendido la independencia del sistema procesal y ha recordado que a Donald Trump le ha declarado culpable un jurado popular de 12 ciudadanos, 12 americanos, 12 personas como cualquier otra, como millones de americanos que prestan servicio en jurados populares a diario, del mismo modo que los demás, elegidos de faceta idéntica a los demás, en un proceso del que, por cierto, fue parte el abogado defensor de Trump.
Biden ha defendido la legitimidad del juicio federal y la condena, pues el jurado, independiente, obtuvo cinco semanas de pruebas y testimonios y, tras un cuidadoso proceso de deliberación, llegó a un veredicto unánime: declaró a Trump culpable de 34 cargos penales. El presidente ha hecho estas declaraciones justo antes de una petición a Israel y Hamás para que alcancen un alto el fuego en Gaza que incluya la liberación de los rehenes israelíes.
“Israel ha hecho una propuesta. Hamás dice que quiere un alto el fuego. Este acuerdo es una oportunidad para demostrar si realmente lo dicen en serio”, ha dicho Biden. Quedaba claro que el presidente y su equipo apostaban por seguir con los asuntos de gobierno, tratando de solucionar la nueva crisis en Oriente Próximo, sin convertir el veredicto de Trump en el único punto de la agenda del día.
Aun así, la parte más importante de su discurso fue cuando afirmó Biden que cualquier intento de deslegitimar el sistema procesal es “muy apurado”. “nada está por encima de la ley”, ha asegurado.
La situación era ciertamente insólita, no sólo porque un expresidente y candidato a la presidencia había sido declarado culpable de 34 cargos por la vía penal -con el riesgo de poder ser sentenciado a prisión en poco más de un mes, a cuatro meses de las elecciones-, sino también porque ese expresidente y el Partido Republicano -una institución crucial para la democracia estadounidense, que ha ocupado la Casa Blanca más de 90 años desde los tiempos de Abraham Lincoln- se han lanzado a poner en duda la independencia del sistema procesal, a denunciar “lawfare” y a proclamarse víctimas de una caza de brujas propia de un estado autoritario.
Las acciones de la campaña de Biden, sin embargo, han demostrado que el equipo para la reelección de Biden lo va a jugar casi todo a la condena de Donald Trump. La línea argumental, a tenor de sus primeras comunicaciones, es que la victimización del candidato republicano le va a funcionar entre sus bases, los trumpistas más convencidos, pero va a espantar a no pocos votantes independientes y centristas, que no creen en las denuncias de cazas de brujas.
Desde hace tiempo, los sondeos revelan que los votantes menos apasionados, que pueden decidir una elección por su peso en estados deeterminantes como Michigan o Pensilvania, verían con malos ojos una condena, más si esta era por un jurado popular, como ha sido. Una encuesta de ABC News/Ipsos reveló que el 80% de quienes han votado a Trump seguiría apoyándolo incluso si es condenado, pero un 16% reconsideraría su apoyo y un 4% dejaría de apoyarlo.
Michael Tyler, portavoz de la campaña de Biden, es quien ha ido comentando cada desarrollo del caso Trump y su condena en Nueva York. Tras la conferencia de prensa del viernes, en que el expresidente se proclamó de nuevo víctima de persecución política por medio de los jueces, Tyler dijo: “Este hombre no puede ser presidente. Desequilibrado por su derro